Política

La justicia en voz de mujer; Karina Acosta dos décadas de experiencia y nuevo reto

Busca respaldo en elección judicial para ser magistrada local

Tijuana.- Desde niña supo que escuchar con atención podía cambiarlo todo. Su madre, con una calma serena, le enseñó que escuchar con empatía y actuar con responsabilidad no era un gesto menor, sino una forma de estar en el mundo.


Esa lección sencilla, casi doméstica, sería la raíz profunda de su vocación por la justicia.

En entrevista Karina Acosta nos comparte que hoy, esa niña, hoy es una mujer con más de 20 años de experiencia en el derecho. Dos décadas en las que aprendió que impartir justicia no es un acto frío ni automático.

Platica que para ella no basta con aplicar la ley: hay que entender a las personas, reconocer su historia, sus silencios, sus heridas. Hay que decidir no solo con la cabeza, sino también con el corazón comprometido.

Su causa es clara: quiere construir una justicia más humana, más cercana, más accesible. Una justicia que no se esconda detrás de escritorios lejanos, sino que camine al lado de quien la necesita.

Este 1 de junio, México vivirá una jornada sin precedentes. Por primera vez, serán las y los ciudadanos quienes elijan a jueces y magistrados del Tribunal Superior de Justicia. Ella está ahí, entre las candidaturas, levantando la voz con firmeza pero también con sensibilidad.

Pide el voto de la ciudadanía, sí, pero también hace un llamado especial a las mujeres: a las que han sido juzgadas sin ser escuchadas, a las que han sentido lejana la justicia, a las que creen que otro modo de impartirla es posible.

Erika nos dice que su historia, su vocación y su lucha tienen algo claro: es tiempo de una justicia con rostro humano.

Una vida entre expedientes y vocación

Desde muy joven, ella entendió que los sueños no se heredan: se trabajan. Comparte que a los 17 años, mientras cursaba la preparatoria en el Colegio de Bachilleres (Cobach), ya conocía el sabor del esfuerzo.

Se levantaba temprano, para estudiar y luego para asistir como ayudante en un consultorio dental. Con lo que ganaba, cubría sus pasajes, su comida, y poco a poco, su matrícula.

No venía de una familia de abogados, pero el destino se encargó de poner en su camino a quienes sí lo eran: sus propios profesores, litigantes de oficio, que más que clases le ofrecieron ejemplo.

En entrevista, platica que su formación jurídica se consolidó en la máxima casa de estudios: la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) donde cultivó no solo el conocimiento técnico, sino también la responsabilidad de representar al Derecho con ética.

Así inició un viaje que hoy suma más de 20 años dentro del Poder Judicial del Estado. Su andar por los pasillos de justicia comenzó como abogada litigante para después convertirse en Secretaria Actuaría. Más tarde, pasó a desempeñarse como Secretaria de Acuerdos en distintos juzgados: el Cuatro Civil, el Quinto Civil, el Tercero Civil —al que regresaría más adelante—, el Tercero Familiar y el Segundo Penal.

Recuerda que cada juzgado fue una nueva escuela. Cada expediente, una historia humana que requería de sensibilidad jurídica, pero también de empatía.

La docencia la encontró casi al mismo tiempo que la vocación por el servicio público. Fue profesora en el Centro de Estudios Universitarios de Tijuana (CUT) y en la Universidad del Desarrollo Profesional (UNIDEP), donde sembró en otros la misma inquietud de justicia que la movía a ella.Hoy, ocupa un lugar al que pocas mujeres han llegado: es Magistrada Numeraria del Tribunal Superior de Justicia del Estado. Pero llegar ahí no fue azar: fue consecuencia del esfuerzo y la dedicación.

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