Baja California

Los rugidos del encierro: el oscuro cautiverio de dos jaguares en Mexicali

Por: Yolanda Caballero

Mexicali, Baja California — En una casa cualquiera, detrás de un portón metálico oxidado, en una colonia de la periferia mexicalense, se escondía un secreto tan brutal como desconcertante: dos jaguares —sí, los majestuosos depredadores nativos de América Latina— vivían en cautiverio, encerrados como si fueran mascotas, despojados de su naturaleza salvaje.

La escena parece irreal. Pero fue real. Y duele

Gracias a un operativo de inteligencia encabezado por la Fuerza Estatal de Seguridad Ciudadana (FESC), y con la participación de autoridades federales como la Fiscalía General de la República (FGR), la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y SEMARNAT, el hallazgo se confirmó la mañana de este miércoles 9 de julio, en la colonia Reacomodo Río Colorado.

Lo que comenzó como una investigación discreta, terminó en un operativo urgente al escuchar rugidos provenientes de la vivienda. A través de una apertura en la puerta, los agentes observaron a los dos felinos. Estaban ahí, atrapados, en condiciones que aún no han sido detalladas, pero que ya de por sí, por el hecho de su encierro, constituyen una aberración.


Un crimen contra la vida silvestre

El jaguar (Panthera onca) no es un animal cualquiera. Es una especie considerada en peligro de extinción en México. Es símbolo de ecosistemas enteros que luchan por sobrevivir. Tener un jaguar como “mascota” no solo es ilegal: es una afrenta ética, una bofetada al esfuerzo de generaciones de ambientalistas, biólogos y comunidades indígenas que han luchado por preservar a este emblemático animal.

¿Qué clase de persona decide tener un jaguar en su casa, como si fuera un trofeo viviente? ¿Con qué red de tráfico ilegal de especies se conecta este caso? ¿Cuántos otros animales salvajes estarán viviendo ahora mismo en situaciones similares, lejos del ojo público?

La pregunta no es si este fue un hecho aislado. La verdadera pregunta es cuántos más hay que aún no han sido descubiertos.


¿Dónde estaban? ¿Cómo vivían?

Aunque los jaguares rescatados fueron valorados médicamente y se reportaron en aparente buen estado físico, su bienestar emocional y psicológico está en duda. Los felinos salvajes no están diseñados para vivir en espacios cerrados, sin estimulación natural, sin posibilidad de cazar, explorar o interactuar con su entorno como lo dicta su instinto.

Fueron trasladados al Parque, Bosque y Zoológico de la Ciudad, en Mexicali, donde por ahora estarán seguros. Pero el daño ya está hecho.

“Este tipo de casos no solo vulneran la ley, vulneran profundamente el derecho de los animales a vivir en libertad”, expresó una fuente de SEMARNAT que participó en el rescate.


El silencio cómplice de la sociedad

Resulta alarmante que vecinos hayan convivido con este horror durante meses, tal vez años, sin reportarlo. ¿Es miedo? ¿Indiferencia? ¿Ignorancia?

La Secretaría de Seguridad Ciudadana de Baja California hizo un llamado a la población a denunciar situaciones similares de forma anónima, a través del 089. Pero el problema va más allá de una línea telefónica. Se trata de una conciencia social ausente, de una cultura que aún tolera la domesticación ilegal de lo salvaje como si fuera un simple capricho.

No es un caso aislado

Expertos en tráfico de especies han advertido desde hace años que México se ha convertido en un punto crítico para el comercio ilegal de animales exóticos. Lo que pasó hoy en Mexicali es solo la punta del iceberg. La pregunta es: ¿cuánto más vamos a permitir?

Un rugido de advertencia

Los jaguares fueron rescatados. Están a salvo. Pero el hecho de que hayan estado ahí, encerrados en una casa común, es una herida abierta para todos. Porque cuando el ser humano convierte la belleza salvaje en propiedad privada, no solo encierra a un animal: encierra su propia humanidad

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