En el corazón de Tijuana, entre la brisa de la Baja y la historia que corre por sus calles, existe un restaurante único. Es una casa construida hace más de 100 años, restaurada con cariño para fusionar lo mejor de dos mundos: la nostalgia de los años 20’s y la ternura de una casita en la pradera, habitada por conejos fantásticos de la suerte, cactus endémicos y una atmósfera de ensueño.

Aquí, cada rincón cuenta una historia. Durante la remodelación, al levantar el piso, los nuevos dueños encontraron una sorpresa: el suelo original de hace un siglo, intacto y lleno de carácter, en tonos verde, blanco y mostaza. Un verdadero tesoro que decidieron conservar como homenaje a la historia viva de Tijuana.

La cocina honra esa misma tradición. Desde desayunos tradicionales con el toque creativo del chef —como una exquisita tetela de chicharrón o un avocado toast con magia— hasta delicias dulces como el french toast o la quesabirria reinventada.

Pero el encanto no termina ahí… Algunos visitantes y trabajadores aseguran sentir una presencia amable en las noches solitarias: el espíritu curioso de una niña que aún recorre la casa, quizás feliz de ver que el lugar sigue lleno de vida y alegría.
Y para quienes aman las bebidas especiales, ofrecemos una selección de lattes, infusiones y combinaciones únicas que transforman cada sorbo en una experiencia.
Más que un restaurante, es una historia que se saborea.

Tienes que descubrirlo , y deja que la magia del pasado te acompañe en cada bocado.













